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Principios Sociales: La comunidad social

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Los derechos y privilegios que una sociedad otorga o niega a quienes la componen indican la relativa estima en que dicha sociedad tiene a ciertas personas o grupos de personas. Afirmamos que todas las personas son de igual valor ante los ojos de Dios. Por lo tanto, trabajamos para lograr sociedades en las que se reconozca, mantenga y fortalezca el valor de cada individuo. Apoyamos los derechos básicos de todas las personas para obtener igualdad de acceso a vivienda, educación, empleo, comunicación, atención médica, desagravio legal de toda queja, y protección física. Deploramos los actos de odio o violencia contra grupos o personas basados en la raza, color, origen nacional, etnicidad, edad, género, discapacidad, estado, condición económica, orientación sexual, identificación sexual o afiliación religiosa. Nuestro respeto por la dignidad inherente de todas las personas nos lleva a reclamar el reconocimiento, protección e implementación de los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos con el fin de que las comunidades e individuos puedan reclamar y disfrutar sus derechos universales, indivisibles e inalienables.

Derechos de las personas de diferentes grupos raciales y étnicos

El racismo es la combinación del poder de una raza para sojuzgar a otras con un sistema de valores que da por sentado que la raza dominante es inherentemente superior a las demás. El racismo es tanto personal como institucional. El racismo personal se manifiesta en las expresiones individuales, actitudes y conducta que aceptan las suposiciones del sistema racista, y que se benefician de él. El racismo institucionalizado es el de las normas sociales establecidas que apoyan implícita o explícitamente al sistema de valores racista. El racismo que se manifiesta como pecado afecta y se interpone en nuestra relación con Cristo, puesto que es antitético al evangelio mismo. Muchas culturas otorgan a las personas blancas privilegios y beneficios no merecidos que se niegan injustamente a las personas de color. Nos oponemos a la creación de jerarquías raciales en toda cultura. El racismo ocasiona discriminación racial. Definimos la discriminación racial como el tratamiento desigual y la falta de completo acceso igual a los recursos, oportunidades y participación en la Iglesia y en la sociedad basados en la raza o etnicidad. 

Por lo tanto, reconocemos que el racismo es pecado, y afirmamos el valor final y temporal de toda persona. Nos regocijamos en los dones que las historias y culturas étnicas particulares traen a nuestra vida total. Nos comprometemos como Iglesia a ir más allá de las meras expresiones simbólicas y de los modelos representativos que no desafían los sistemas de poder y acceso injustos.

Celebramos y alentamos la autoestima de todas las minorías raciales y étnicas y de los pueblos oprimidos que los conduce a exigir sus derechos de justicia e igualdad como miembros de la sociedad. Afirmamos la obligación de la sociedad y de los grupos que la componen de poner en ejecución programas compensatorios que corrijan el perenne problema de la privación de las personas pertenecientes a ciertos grupos raciales y etnias. Afirmamos, además, el derecho de las personas de los grupos raciales y étnicos, históricamente poco representados, a gozar de oportunidades iguales y equitativas en empleos y promoción; de educación y capacitación de la más alta calidad; al voto no discriminatorio; al libre acceso al hospedaje y a la compra o alquiler de vivienda, créditos, préstamos financieros, capital de riesgo y pólizas de seguros; y a posiciones de liderato y autoridad en todos los aspectos de nuestra vida comunitaria; y a la participación completa en la Iglesia y en la sociedad.

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Derechos de las minorías religiosas

La persecución religiosa ha sido cosa común en la historia de la civilización. Instamos a políticas y prácticas que aseguren el derecho de todo grupo religioso a ejercer su fe, libre de restricciones legales, políticas o económicas. Condenamos las formas de intolerancia religiosa, tanto expresas como solapadas, con especial sensibilidad respecto a su presentación estereotipada en los medios de comunicación, y afirmamos el derecho de todas las religiones y de sus adherentes a expresarse sin discriminación legal, económica y social.

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Derechos de los niños

Antes considerados propiedad de sus padres, a los niños se les reconoce ahora como plenos seres humanos por derecho propio, pero seres para con los cuales los adultos y la sociedad en general tienen obligaciones especiales. Por esta razón, apoyamos el desarrollo de sistemas escolares y nuevos métodos de educación diseñados para ayudar a cada niño a alcanzar su plena realización como individuo de valor. Todo niño tiene derecho a recibir educación de calidad, inclusive una educación sexual completa y apropiada para su nivel de desarrollo, que utilice las mejores técnicas y percepciones educativas. Los padres, los guardianes cristianos y la iglesia tienen la responsabilidad de asegurar que los niños reciban educación sexual congruente con la moralidad cristiana, inclusive la lealtad en el matrimonio y la abstinencia para los solteros. Además, el niño tiene derecho a comida, albergue, ropa, atención médica y bienestar emocional, lo mismo que el adulto; y afirmamos estos derechos sin tomar en cuenta las acciones o inacciones de sus padres o guardianes legales. En particular, a los niños se les debe proteger de la explotación y el abuso económico, físico y sexual.

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Derechos de los jóvenes

Nuestra sociedad se caracteriza por una crecida población de jóvenes que frecuentemente halla difícil participar a plenitud en la sociedad. Por tanto, instamos al desarrollo de políticas que favorezcan la inclusión de jóvenes en procesos de formular decisiones, y que eliminan la discriminación y la explotación. Los jóvenes deben tener oportunidades de trabajo legal y socialmente accesibles.

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Derechos de las personas de edad avanzada

En una sociedad que hace hincapié principal en la juventud, las personas de edad avanzada frecuentemente se ven aisladas de la corriente principal de la existencia social. Apoyamos los planes de acción social que integran a las personas mayores en la vida total de la comunidad, y que promueven ingresos suficientes, mayores oportunidades de trabajo no discriminatorio, oportunidades educacionales y de servicio, así como atención médica y vivienda dentro de comunidades establecidas. Instamos a políticas sociales y programas con marcado énfasis en las necesidades especiales de las mujeres ancianas y de los miembros de minorías, que garanticen a las personas de edad avanzada el respeto y la dignidad que por derecho les corresponde en su calidad de miembros mayores de la comunidad humana. Además, instamos a una consideración creciente de sistemas de pensiones adecuadas para empleados, con previsiones para el cónyuge sobreviviente.

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Derecho de las mujeres

Afirmamos que los hombres y las mujeres son iguales en cada aspecto de su vida común. Por ello urgimos que se haga todo esfuerzo por eliminar los estereotipos sexuales tanto de las actividades y la concepción de la vida familiar como de todos los aspectos de participación voluntaria y compensatoria en la iglesia y la sociedad. Ratificamos el derecho de las mujeres a recibir igual trato en el empleo, la responsabilidad el ascenso y la compensación. Ratificamos la importancia de las mujeres en posiciones clave en todos los niveles de la iglesia y la sociedad y exhortamos que se garantice su presencia mediante sistemas de empleo y reclutamiento. Apoyamos la acción afirmativa como un medio de resolver las desigualdades y prácticas discriminatorias en nuestra iglesia y en la sociedad. Exhortamos a los empleadores de personas cuyos cónyuges trabajan, ya sea en la iglesia o en la sociedad, que apliquen la debida consideración a ambas personas cuando se considere la relocalización. Ratificamos el derecho de las mujeres a vivir libres de la violencia y el abuso, y exhortamos a los gobiernos a que promulguen leyes que protejan a las mujeres en contra de toda clase de violencia y discriminación en cualquier sector de la sociedad.

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Derechos de los hombres

Porque sostenemos que las mujeres y los hombres son iguales en todo aspecto de su vida ordinaria, también afirmamos los derechos de los hombres. Afirmamos la igualdad de oportunidades en empleo, responsabilidad y promoción. A los hombres no se les deben negar y hacer perder oportunidades o influencia por el hecho de ser hombres.

Reconocemos que los hombres son también víctimas de la violencia doméstica y el abuso. Alentamos a las comunidades a que ofrezcan las mismas leyes y protección que se aplican a las mujeres en situaciones similares. Declaramos el derecho de los hombres a vivir vidas sin violencia y abuso e instamos a los gobiernos a promulgar leyes que protejan a los hombres contra toda forma de violencia y discriminación en cualquier sector de la sociedad.

Reconocemos que el papel de los hombres en el desarrollo de los niños y las niñas es igual en importancia al de las mujeres y reclamamos la igualdad de derechos con las mujeres en lo referente a bajas maternales o paternales. Cuando se disuelven matrimonios, los hombres tienen a menudo menos contacto con sus hijos e hijas. Reclamamos igual acceso a la custodia de hijos e hijas, pero acentuamos que debe considerarse con suma importancia siempre lo más beneficioso para los hijos e hijas.

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Derechos de los inmigrantes

Reconocemos, acogemos y afirmamos a todas las personas, independientemente de sus países de origen, como miembros de la familia de Dios. Afirmamos el derecho de toda persona a las mismas oportunidades de empleo, acceso a vivienda, cuidado médico, educación y libertad de discriminación social. Instamos a la Iglesia y a la sociedad a reconocer los dones, contribuciones y dificultades de esas personas que son inmigrantes y abogamos por la justicia para todas las personas. Nos oponemos a leyes de inmigración que separan a las familias o que incluyen la detención de familias con niños, e instamos a las iglesias locales a estar en ministerio con las familias de inmigrantes.

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Derechos de personas con discapacidades

Reconocemos y ratificamos la plena humanidad y personalidad de todo individuo con condiciones mentales, neurológicas y psicológicas o con impedimentos, como miembro pleno de la familia de Dios. También afirmamos su lugar justo, tanto en la iglesia como en la sociedad. Ratificamos la responsabilidad de la iglesia y de la sociedad de ministrar a los niños, jóvenes y adultos con impedimentos mentales, físicos, de desarrollo o psicológicos, así como condiciones neurológicas cuyas necesidades particulares en cuanto a movilidad, comunicación, comprensión intelectual o relaciones personales puedan dificultar su participación o la de sus familias en la vida de la iglesia y la comunidad. Exhortamos a la iglesia y a la sociedad a que reconozcan y acepten los dones de personas con impedimentos a fin de capacitarlas para que participen plenamente en la comunidad de fe. Rogamos a la iglesia y a la sociedad que sean sensibles, y que aboguen por programas de rehabilitación, servicios, empleo, educación, vivienda adecuada y transporte. Pedimos que la iglesia y la sociedad protejan los derechos de personas con impedimentos.

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Igualdad de derechos sin distinción de orientación sexual

Todas las personas merecen ciertos derechos humanos y libertades civiles. Estamos comprometidos al apoyo de esos derechos y libertades para todas las personas, independientemente de su orientación sexual.

En esto vemos con claridad un asunto de justicia al proteger demandas justas para que las personas tengan lo siguiente: recursos materiales compartidos, pensiones, relaciones de guardianes, poderes legales mutuos, y otras demandas legales típicamente dirigidas a asuntos de relaciones contractuales que incluyen contribuciones compartidas, responsabilidades y riesgos, e igualdad de protección ante la ley.

Más aun, apoyamos los esfuerzos por acabar con la violencia y otras formas de coerción en contra de toda persona, independientemente de su orientación sexual.

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Población

Debido a que el aumento de la población está contribuyendo a la creciente escasez mundial de alimentos, de minerales y de agua, y que además agudiza las tensiones internacionales, se ha hecho imperativo la reducción del consumo de recursos por parte de los países ricos y la disminución de las tasas de crecimiento de la población mundial. La gente tiene el deber de considerar el impacto de sus decisiones sobre la comunidad mundial al engendrar niños, y debe tener acceso a la información y a los medios apropiados para limitar su fertilidad, inclusive la esterilización voluntaria. Ratificamos que los programas para lograr una población estabilizada deben ponerse en el contexto de todo el desarrollo económico y social, incluso el uso y control equitativo de los recursos; el mejoramiento del estado de la mujer en todas las culturas; un nivel humano de seguridad económica, atención médica y alfabetización para todos. Nos oponemos a cualquier política a favor del aborto forzoso o esterilización forzosa.

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Alcohol y otras drogas

Ratificamos nuestro apoyo tradicional a la abstinencia del alcohol como testimonio fiel del amor redentor y liberador de Dios por los seres humanos. Respaldamos la abstinencia del uso de cualquier droga ilegal. Puesto que el uso del alcohol y de drogas ilegales es un factor de primer orden en el crimen, las enfermedades, mortalidad y trastorno de la familia, respaldamos los programas educacionales, así como otras estrategias de prevención que estimulen la abstinencia del uso de drogas ilegales y con respecto a aquellas personas que decidan consumir bebidas alcohólicas, que hagan uso de la sensatez con un refreno deliberado e intencional, usando las Escrituras como guía.

Millones de seres humanos son testimonio de las consecuencias benéficas del uso terapéutico de las drogas, y otros millones son testimonio de las consecuencias perjudiciales del mal uso de las drogas. Favorecemos políticas sensatas respecto a la accesibilidad de drogas potencialmente benéficas o potencialmente dañinas que se expenden bajo receta, y de las drogas que se venden sin receta alguna; insistimos en que una información completa sobre su uso adecuado e inadecuado esté siempre al alcance tanto de médicos como de pacientes. Apoyamos la estricta administración de las leyes que regulan la venta y distribución del alcohol y las sustancias controladas. Apoyamos las regulaciones que protegen la sociedad contra quienes usan drogas de cualquier clase, incluso el alcohol, donde se pueda demostrar que existe un peligro social claro y presente. Las personas y los miembros de sus familias que dependen de las drogas, incluyendo aquellos que han sido diagnosticados como que dependen del alcohol, son individuos de infinito valor que merecen tratamiento, rehabilitación y recuperación continua para cambiar sus vidas. El mal uso o abuso puede también necesitar de una intervención, para evitar caer en la dependencia. Debido a la frecuente interrelación entre el abuso del alcohol y la enfermedad mental, pedimos a los legisladores y a los que proveen cuidado mental que tengan disponibles tratamientos mentales apropiados, así como rehabilitación para las personas que dependen de las drogas. Nos comprometemos a ayudar a quienes sufren del abuso o la dependencia y a sus familias, a encontrar la libertad por medio de Jesucristo, y a encontrar buenas oportunidades para su tratamiento, asesoramiento continuado y reintegración a la sociedad.

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Tabaco

Afirmamos nuestra tradición histórica de normas elevadas de disciplina personal y de responsabilidad social. A la luz de la evidencia abrumadora que indica que tanto el fumar como el mascar tabaco son dañinos para la salud de las personas de cualquier edad, recomendamos la abstinencia total de tabaco.

Rogamos que nuestros recursos educativos y de comunicación se utilicen para apoyar y estimular la abstinencia. Además, reconocemos los efectos dañinos del humo pasivo y respaldamos la restricción de fumar en áreas públicas y lugares de trabajo.

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Experimentación médica

La salud física y mental ha mejorado grandemente gracias a los descubrimientos de la ciencia médica. Es imperativo, sin embargo, que los gobiernos y la profesión médica apliquen con firmeza los requisitos de las normas de investigación médica actual, manteniendo estricto control en la prueba de nuevas tecnologías y drogas que utilizan seres humanos. Tal norma exige que los investigadores incluyan seres humanos solo después de haber obtenido el consentimiento completo, racional y sin coacción alguna de estos.

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Tecnología genética

La responsabilidad de la humanidad por toda la creación de Dios nos reta a tratar con sumo cuidado y examinar las posibilidades de la investigación y tecnología genética de manera diligente, cuidadosa y responsable. Vemos con beneplácito el uso de la tecnología genética para responder a las necesidades humanas fundamentales de salud y un ambiente seguro. Nos oponemos al clonaje de seres humanos y a la manipulación genética del género del niño que no ha nacido.

Debido a los efectos de la tecnología genética sobre la vida, apelamos a que haya pautas efectivas y responsabilidad pública como salvaguarda contra cualquier acción que pueda abusar de estas tecnologías, inclusive fines políticos o militares. Reconocemos que el uso cauteloso y bien intencionado a veces puede resultar en consecuencias dañinas no anticipadas. Los riesgos de la tecnología genética pueden difícilmente calcularse cuando se crean animales y plantas y los impactos negativos ecológicos y sociales hacen del uso de tal tecnología cuestionable. Aprobamos los métodos modernos de crianza que respeta la existencia de los límites naturales de las especies.

La terapia del gen humano que produce cambios que no se pueden pasar a la descendencia (terapia somática) debe limitarse al alivio del sufrimiento causado por enfermedad. Se deplora la elección eugenésica de la terapia genética o la que produce el desperdicio de embriones. La información genética de individuos y sus familias debe permanecer en secreto, y tenerse en estricta confidencialidad, a menos que el individuo, o su familia, renuncie a ella, o cuando la colección y el uso de la identificación genética sean apoyados por una orden judicial apropiada. Nos oponemos a la terapia genética que resulta en cambios que pueden pasarse a la descendencia (terapia de línea germinal) porque los efectos a largo plazo son inciertos. Todo procedimiento genético deberá estar acompañado de medidas independientes éticamente orientadas de pruebas, aprobación y controles.

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Vida rural

Respaldamos el derecho de los individuos y de las familias a vivir y prosperar como agricultores, trabajadores agrícolas, comerciantes, profesionales y en otras ocupaciones fuera de las ciudades y centros metropolitanos. Creemos que nuestra cultura se empobrece, y que a nuestro pueblo se le priva de un medio significativo de vida cuando la vida rural y de pueblo pequeño se torna difícil o imposible. Reconocemos que el mejoramiento de este sistema de vida a veces hace necesario el uso de tierras para propósitos no agrícolas, pero nos oponemos al uso indiscriminado del terreno agrícola para propósitos no agrícolas cuando hay terrenos no agrícolas disponibles. Más aun, estimulamos la preservación de las tierras apropiadas para la agricultura y los espacios de campo abierto mediante la planificación inteligente del uso de la tierra. Apoyamos los programas gubernamentales y privados concebidos para beneficio del agricultor residente en lugar de la finca industrializada, así como los programas que inspiran a la industria a localizarse en zonas no urbanas.

Además, reconocemos que la creciente movilidad y la tecnología han llevado una mezcla de personas, religiones y filosofías a las comunidades rurales que una vez fueron homogéneas. A pesar de que a menudo esto se ve como una amenaza o pérdida de vida comunitaria, nosotros la vemos como una oportunidad para mantener y levantar el llamado bíblico a todas las personas a que se unan en comunidad. Por lo tanto, animamos a las comunidades rurales, y a los individuos, a mantener una conexión fuerte con la tierra y estar abiertos a ofrecer sentido de pertenencia mutua, cuidado, sanidad y crecimiento; a compartir y celebrar el liderazgo cooperativo y los diversos dones; a apoyar la confianza mutua; y a afirmar a individuos como personas singulares de valor, y así practicar el ‘shalom’.

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Agricultura sostenible

Un prerrequisito para llenar las necesidades de la población mundial es un sistema agrícola que utiliza métodos sostenibles, respeta los sistemas ecológicos, y promueve un medio de vida para los que trabajan la tierra.

Apoyamos un sistema de agricultura sostenible que mantenga y apoye la fertilidad natural del terreno agrícola, promueva la diversidad de la flora y la fauna, y se adapte a las condiciones y estructuras regionales: un sistema en el que los animales agrícolas sean tratados con compasión y en el cual las condiciones de vida se apeguen lo más posible a los sistemas naturales, conserve energía y reduzca la introducción de sustancias químicas a un mínimo. La agricultura sostenible exige una evaluación global de los impactos de la agricultura en la producción de alimentos y materias primas, la preservación de especies animales y variedades de plantas, y la preservación y fomento de espacios cultivados.

El comercio de productos agrícolas necesita basarse en precios y prácticas justas, basados en los costos de métodos de producción sostenibles, y debe considerar los verdaderos costos de daños ecológicos. Los desarrollos tecnológicos y biológicos necesarios son los que apoyan la sustentabilidad, y consideran las consecuencias ecológicas.

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Vida urbana y suburbana

La vida urbana y suburbana ha venido a constituir un estilo dominante de vida para más y más personas. Para muchos, este sistema proporciona oportunidades económicas, educacionales, sociales y culturales. Para otros, este mismo estilo de vida significa enajenación, pobreza y despersonalización. En la iglesia tenemos la oportunidad y la responsabilidad de forjar el futuro de la vida urbana y suburbana. Se necesitan programas masivos de renovación y planificación social que hagan posible un grado más alto de humanización dentro de los estilos de vida urbanos y suburbanos. Los cristianos debemos juzgar todos los programas, incluso los económicos y los de desarrollo comunitario, las nuevas poblaciones y la renovación urbana en la medida en que dichos programas protejan y afirmen los valores humanos, permiten la participación personal y política, y abran las comunidades a las personas de cualquier raza, edad y nivel económico. Afirmamos los esfuerzos de los urbanizadores que ponen los valores humanos en el mismo centro de sus planes. Debemos ayudar a dar forma a ciudades y suburbios que proporcionen la oportunidad de satisfacer la necesidad humana de identificarse con comunidades sociales pequeñas y hallar significado en las mismas. A la vez, se ha de estimular tales comunidades pequeñas para que asuman las responsabilidades de toda la comunidad, urbana y suburbana, en vez de aislarse de ellas.

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Violencia en los medios de comunicación y los valores cristianos

En nuestra sociedad, los medios desempeñan funciones importantes. Influyen a personas de todo el mundo. El contenido, las representaciones, las imágenes, las escenas, sin embargo, tienen un marcado contraste con los valores humanos y cristianos. Expresamos nuestro desdén a las representaciones gráficas deshumanizantes, sensacionalizadas por medios masivos de “diversión” y “noticias”. Estas prácticas deshumanizan la humanidad, y violan las enseñanzas de Cristo y de la Biblia.

Los metodistas unidos, así como otros grupos de fe, deben darse cuenta de que los medios de información masiva a menudo minan las verdades del cristianismo al promover estilos de vida permisivos y dando detalles gráficos de actos de violencia. En vez de animar, motivar e inspirar al público a adoptar un estilo de vida basado en la santidad de la vida, la industria de la diversión es partidaria de lo contrario: pintando un cuadro cínico de violencia, abuso, avaricia, profanidad y una denigración constante de la familia. Los medios de comunicación deben ser responsables por el papel que desempeñan en el decaimiento de los valores morales que observamos hoy en la sociedad. Y, sin embargo, los medios de comunicación permanecen apartados del problema, pretendiendo reflejar la sociedad en lugar de influenciarla. Por el bien de la familia, los cristianos deben obrar unidos para detener este desgaste de valores morales y éticos en la comunidad del mundo. Nos oponemos a cualquier imagen sexista y a las imágenes que glorifican la violencia. Rechazamos el mensaje implícito de que conflictos pueden resolverse y que la paz justa pueda ser establecida por medio de la violencia. Dentro de los límites de la libertad de expresión y de la libertad de la prensa, los medios son responsables del respeto de los derechos humanos. Apoyando estos asuntos, trabajaremos juntos con todas las personas de buena voluntad.

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Tecnología de la comunicación informativa

Debido a que la eficaz comunicación personal es clave para ser un miembro responsable de la comunidad y debido al poder que confieren las tecnologías de la comunicación informativa para dar forma a la sociedad y facilitar al individuo que participe plenamente, creemos que el acceso a estas tecnologías es un derecho básico.

Las tecnologías de la comunicación informativa nos suministran información, entretenimiento y una voz en la sociedad. Se pueden usar; para realzar nuestra calidad de vida y proveernos con los medios para relacionarnos unos con otros, con nuestro gobierno y con los pueblos y la cultura de todo el mundo. La mayoría de la información de eventos mundiales nos llegan por las transmisiones, el cable, los medios impresos y la Internet. La concentración de los medios en grandes intereses comerciales limita nuestra selección y a veces recibimos puntos de vista equivocados de los valores humanos. Por lo tanto, apoyamos la regulación de las tecnologías de los medios de comunicación para asegurar una variedad de fuentes de información independiente que sean para el bien del público.

Tecnologías de comunicación personal, como la Internet, permiten que las personas se puedan comunicar unas con otras y obtener acceso a vastos recursos informativos que pueden tener valor comercial, cultural, político y personal. Mientras que la Internet puede ser usada para nutrir la mente y el espíritu de niños y adultos, está en peligro de ser usada para intereses comerciales y es usada por algunos para distribuir material inapropiado e ilegal. Por lo tanto, la Internet debe ser manejada con responsabilidad para aumentar sus beneficios y disminuir sus riesgos, especialmente para la niñez. Negar acceso en el mundo de hoy a las tecnologías de comunicación informativa, como la Internet, debido a su costo, limita la participación de la gente en el gobierno y la sociedad. Apoyamos la meta de un acceso universal a los servicios del teléfono y la Internet a un precio razonable.

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Personas que viven con VIH y SIDA

Las personas que han sido diagnosticadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) a menudo confrontan el rechazo de sus familiares y amistades y de las varias comunidades en las que trabajan e interactúan. Además, a menudo se enfrentan a una falta de cuidado de salud adecuado, especialmente hacia el final de sus vidas.

Todos los individuos que viven con VIH y SIDA deben ser tratados con dignidad y respeto.

Ratificamos la responsabilidad de la iglesia a ministrar a individuos y sus familiares, y junto con ellos, sin importar como se contrajo la enfermedad. Apoyamos su derecho al empleo, cuidado médico apropiado, plena participación en la educación pública y plena participación en la iglesia

Instamos a la Iglesia a involucrarse activamente en la prevención de la propagación del SIDA, proporcionando oportunidades educacionales a la congregación y la comunidad. La iglesia debe estar dispuesta a proporcionar asesoramiento a los individuos afectados y a sus familiares.

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Derecho al cuidado de la salud

La salud es una condición del bienestar físico, mental, social y espiritual. Juan 10:10b dice: “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. La mayordomía de la salud es responsabilidad de cada persona en la que esta ha sido confiada. Crear las condiciones personales, ambientales y sociales en las que la salud puede mejorar es una responsabilidad común –pública y privada. Instamos a los individuos a aspirar a un estilo de vida saludable, y afirmamos la importancia de la salud preventiva, educación para la salud, seguridad ambiental y ocupacional, buena nutrición y una vivienda segura para lograr la salud. El cuidado de la salud es un derecho humano básico.

La provisión del cuidado necesario para mantener la salud, prevenir enfermedades y restaurar la salud tras un accidente o enfermedad es una responsabilidad que cada cual debe a la otra persona y que el gobierno debe a todas, responsabilidad que el gobierno ignora con peligro. En Ezequiel 34:4a Dios señala el fracaso del liderazgo de Israel a la hora de cuidar del débil: “No fortalecisteis a las débiles ni curasteis a la enferma; no vendasteis la perniquebrada…”. Como resultado todas las personas sufren. De la misma manera que la policía y la prevención contra incendios, el cuidado de la salud se subvenciona mejor a través de la capacidad del gobierno de imponer impuestos a cada persona de manera equitativa y directamente subvencionar las entidades proveedoras. Los países que enfrentan una crisis de salud, como el VIH y el SIDA, deben tener acceso a medicinas genéricas y de marca sin que infrinjan los derechos de patente de las compañías farmacéuticas. Ratificamos el derecho de todas las personas a tener acceso a información y servicios completos de salud y reproducción de la familia lo cual servirá como un medio para prevenir embarazos que no han sido planeados, reducir los abortos y prevenir la propagación del VIH y el SIDA. El derecho al cuidado de la salud incluye a personas con enfermedades del cerebro, condiciones neurológicas o impedimentos físicos, quienes deben tener el mismo acceso al cuidado médico que el resto de las personas en nuestras comunidades. Es injusto construir o perpetuar barreras al bienestar físico o mental pleno o a la plena participación en la comunidad.

 

Creemos que es responsabilidad gubernamental proveer cuidado de la salud para todos los ciudadanos y ciudadanas. Alentamos a hospitales, médicos y clínicas de salud a proveer acceso al cuidado de la salud básica a todas las personas independientemente de su cobertura médica o habilidad de pagar el tratamiento.

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Trasplante y donación de órganos

Creemos que el trasplante y donación de órganos son actos de caridad, amor ágape y auto sacrificio. Reconocemos los beneficios de vida por medio de las donaciones de órganos y tejidos, y animamos a toda persona de fe a ser donante de órganos y tejidos como parte de su amor y ministerio a las necesidades de otros. Urgimos que esto se haga en un ambiente de respeto por los donantes fallecidos y vivos, para el beneficio de los recipientes, siguiendo los protocolos que cuidadosamente previenen el abuso de los donantes y sus familias.

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Salud mental

La Organización Mundial de la Salud define salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Desafortunadamente, la salud mental elude a muchas personas en el mundo y resulta en considerable angustia, estigma y aislamiento. Las enfermedades mentales afectan nuestras relaciones pues pueden afectar la manera en la que procesamos información, la forma en la que nos comportamos ante otras personas y nuestra forma de actuar. Consecuentemente, las enfermedades mentales son más temidas que otras enfermedades. Sin embargo, reconocemos que sin importar las enfermedades que padecemos, seguimos creados a imagen de Dios (Génesis 1:27) y nada puede separarnos del amor de Dios (Romanos 8:38-39).

Ninguna persona merece ser estigmatizada por causa de una enfermedad mental. Las personas con enfermedades mentales no son más violentas que las que no las padecen. Sin embargo, es más probable que estas sean víctimas de más violencia que el resto de la población. Cuando sucede el estigma en la iglesia, las personas con enfermedades mentales y sus familias son victimizadas aún más. Las personas con enfermedades mentales y sus familias tienen el derecho de ser tratadas con respeto por nuestra común humanidad y en base a la información certera. También tienen el derecho y la responsabilidad de obtener el cuidado apropiado para su condición. La Iglesia Metodista Unida se compromete a apoyar leyes que promuevan la compasión, defiendan el acceso al cuidado necesario y erradiquen el estigma dentro de la iglesia y sus comunidades.

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De la Disciplina de La Iglesia Metodista Unida — 2016. Derechos de autor por la Casa Metodista Unida de Publicaciones. Usado con permiso.

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