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Nuestras raíces cristianas: La Biblia

Decimos que la Biblia es fundamental para nuestra fe y vida. Pero, ¿qué es exactamente la Biblia? A continuación, cuatro formas de verla:

Una biblioteca

La Biblia es una colección de 66 libros, 39 del Antiguo Testamento (o Biblia Hebrea) y 27 en el Nuevo Testamento. Estos libros fueron escritos a lo largo de un periodo de mil años en tres idiomas: hebreo, arameo (el idioma que hablaba Jesús) y griego.

Los libros tienen distintas extensiones y diferentes estilos literarios. En la Biblia Hebrea encontramos leyendas, historias, liturgias para la adoración comunitaria, cantos, proverbios, sermones e incluso un drama poético (Job). En el Nuevo Testamento encontramos los Evangelios, una historia, muchas cartas y un apocalipsis (Revelación). Sin embargo, la Biblia es, de principio a fin, la historia del Dios único, quien mantiene una relación de alianza con el pueblo de Dios.

Sagradas escrituras

En la antigüedad y durante muchas generaciones, los 66 libros fueron objeto de reflexión de la gente de fe. En este proceso se sopesaron sus méritos y la comunidad de creyentes finalmente les concedió una autoridad especial. Puestos a prueba por la fe y demostrados por la experiencia, estos libros se han vuelto sagrados; se han convertido en nuestra regla de fe y práctica.

En Israel, el Libro de Deuteronomio fue adoptado como la Palabra de Dios alrededor del año 621 a. de C. La Torá, o Ley (los primeros cinco libros de la Biblia Hebrea), asumieron su autoridad alrededor del año 400 a. de C.; los Profetas, cerca del año 200 a. de C., y los Escritos más o menos en el año 100 a. de C. Tras cierta resistencia, los cristianos determinaron que la Biblia Hebrea también era parte de las Escrituras para ellos. El Nuevo Testamento, tal como lo conocemos, fue formado y adoptado por los concilios de la iglesia entre el año 200 y 400 d. de C.

La Palabra de Dios

Decimos que Dios nos habla por medio de la Biblia, que es la Palabra de Dios. Esta autoridad se deriva de tres fuentes:

  • Sostenemos que los escritores de la Biblia fueron inspirados, que estaban llenos del Espíritu de Dios cuando escribieron la verdad hasta donde ellos sabían.
  • Sostenemos que Dios obró durante el proceso de canonización, durante el cual solo los libros más fieles y útiles fueron adoptados como Escrituras.
  • Sostenemos que el Espíritu Santo está obrando hoy en nuestro estudio reflexivo de las Escrituras, especialmente cuando las estudiamos juntos, buscando relacionar las palabras antiguas con las realidades actuales de la vida.

Por lo tanto, la autoridad de la Biblia no tiene nada de mágica. Por ejemplo, no abrimos el texto al azar para descubrir la voluntad de Dios. La autoridad de las Escrituras se deriva del movimiento del Espíritu de Dios en tiempos pasados y en nuestra lectura hoy.

Una guía de fe y vida

Los metodistas unidos ponemos la Biblia a trabajar. En la adoración congregacional leemos la Biblia. Por medio de la predicación interpretamos su mensaje para nuestras vidas. Forma el contexto de la mayoría de nuestros himnos y liturgia. Es la base del plan de estudios de nuestra escuela dominical. Muchos la utilizamos individualmente en nuestras vidas devocionales, orando a través de sus implicaciones día a día. Sin embargo, admitimos que aún existe un enorme "analfabetismo bíblico" en nuestra denominación. Necesitamos ayudarnos unos a otros a abrir la Biblia y utilizarla.

Quizás se le da un mejor uso a la Biblia cuando respondemos seriamente a estas cuatro interrogantes sobre un cierto texto: (1) ¿Qué significó este pasaje para quienes lo escucharon originalmente? (2) ¿Qué parte juega en el testimonio general de la Biblia? (3) ¿Qué es lo que Dios parece decirle a mi vida, mi comunidad y mi mundo a través de este pasaje? y (4) ¿Qué cambios debo pensar hacer como resultado de mi estudio?

Del Manual del Metodista Unido, Revisado por George Koehler (Recursos de Discipulado, 2006), pp. 80-81. Usado con permiso.

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