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Misiones para la familia: edificando una vida de servicio

Las familias ocupadas podrían encontrar difícil dedicar tiempo y energía a proyectos de misión o a servir a otros, pero no tiene por qué ser así. Reconsidere este tipo de trabajo y edifique un estilo misional de vida que alimente y fortalezca una vida de fe.

“Un componente del discipulado es servir y buscar maneras de incorporar la misericordia y la justicia en la vida diaria. Proveer esta experiencia a los niños los ayudará a incorporar estas rutinas en sus vidas, de una manera que no se sienta como algo separado”, dice la Rev. Melissa Collier Gerpford, Coordinadora de Discipulado Intergeneracional de la Conferencia Great Plains de la Iglesia Metodista Unida.

Edifique un estilo de vida misional

Adopte un enfoque servicial y lleno de fe para su rutina diaria. Gerpford nos anima de esta manera: “Equipémonos a nosotros mismos y a nuestros hijos con herramientas que nos ayuden a mostrar amor y producir el fruto del Espíritu. Hagamos cosas como poner atención a la gente, ayudar a otros, aprender a relacionarnos con gente distinta a nosotros y en los medios sociales… Todas estas cosas son campo misionero en y por sí mismas. Es una postura más que una lista de cosas”.

“John Wesley dijo: ‘El mundo es mi parroquia’. El mundo también es nuestra parroquia… Es una visión más holista en cuanto a lo que significa seguir a Jesús, quien servía a la gente. Jesús buscó la justicia. Podemos realizar la obra misionera de Jesucristo aquí mismo en nuestras comunidades. Los niños pueden ser misioneros en sus escuelas todos los días”.

8 ideas que Gepford  propone en cuanto a cómo la familia puede llevar a cabo la misión:

  1. Ame a sus vecinos – Conéctese con ocho de sus vecinos más cercanos. Tome tiempo para conocerlos y pasar tiempo con ellos. Vaya a sus partidos de fútbol y ofrézcales su ayuda. Hágalos sentirse amados y bienvenidos.
  2. Realice al azar actos de bondad – Pague las compras de supermercado de alguna persona; recoja la basura que encuentre en el parque; hornee galletas y entréguelas a los bomberos; llame por teléfono a las personas que echa de menos en la iglesia.
  3. Sirva en una escuela cercana – Limpie el patio del recreo; recolecte comida para un programa de alimentos para niños; done suministros; cree obras de arte o tarjetas de agradecimiento para maestros y administradores.
  4. Ofrézcase de voluntario para su iglesia – Sea parte del equipo de oración; ore como familia; dé la bienvenida a la gente que viene al culto de adoración; ayude con la despensa de alimentos; visite a los miembros que están enfermos.
  5. Solucione algún problema – Encuentre alguna necesidad en su comunidad y averigüe qué factores están causando el problema. Únase a un grupo que piense qué se podría hacer y trabaje juntos a ellos para lograrlo.
  6. Recaude fondos – Organice un puesto de venta de limonada; venda golosinas de navidad; rastrille las hojas; corte el césped; palee la nieve. Done las ganancias a un misionero, una organización sin fines de lucro o al fondo de misión de la iglesia. Esto es capaz de entregarle a la gente una lección de generosidad.
  7. Aprenda de otras culturas – Investigue en cuanto a otras culturas, e identifique qué las hace bellas y únicas. Aprenda cómo viven, aprenden y crecen otros niños. Si encuentra alguna necesidad, ayude a llenarla.
  8. Encuentre un refugio local –Actúe como voluntario en un refugio para personas sin hogar, o en un refugio para animales o un programa que distribuye alimentos.

Piense en su tiempo, ciudad y pasiones

Además de vivir misionalmente cada día, es bueno que la familia se centre en un área de misión o proyecto. Encuentre tiempo para esto haciendo una auditoría de cómo usa su tiempo. Quizá encuentre una tarde libre los sábados o alguna temporada del año que esté menos ocupada, como la Cuaresma, Adviento o el verano. Gepford nos dice: “No se trata de añadir algo. Haga un inventario de su estructura y actúa dentro de la mismo”.

Una vez que haya encontrado el tiempo, ore acerca del tipo de proyecto o trabajo que podría hacer. ¿Se interesa su familia en algún problema de la comunidad? ¿Hay algún problema global que usted podría ayudar a resolver? Contáctese con su distrito o conferencia metodista unida para aprender más acerca de los ministerios que llevan a cabo. Una vez que elija enfocarse en un área, empiece a investigar, descubrir, poner atención y responder.

Tómelo como una aventura

Si tiene tiempo libre pero no ha encontrado un trabajo misionero específico, Gepford sugiere que actúe como si fuera un juego. Esto podría producir una actividad al mes o algo que usted haga al azar según se lo permita su horario.

“Hay algo que se puede decir a favor de las cosas previsibles, pero también es bueno mezclar las cosas”, nos dice. “Podría usar una ruleta o lanzar un dado —si le da el número cinco, salga para hacer algo afuera; si le da el dos, haga algo en la casa. Usted crea un banco de ideas, pero no sabe de antemano cuál será la aventura. Así se crea expectación”.

Invite a otros a participar

También considere invitar a miembros de la familia y a amigos de diferentes generaciones y trasfondos. “Parte de ser el cuerpo de Cristo significa ser capaz de hacer cosos distintas; ser capaz de juntarse con gente que pasan por una etapa de vida distinta de la suya”, comparte Gepford.

Dependiendo del Proyecto, uno podría hasta incluir a los bebés. Según Gepford, “Es bueno exponer a los niños desde una edad temprana a la experiencia de ayudar, servir y hacer misión, lo cual es absolutamente bueno para su desarrollo”.

“Ahora piense en que, mientras servimos, también sería bueno servir junto a quienes servimos. Es bueno ser prójimos junto a ellos, en lugar de tenerlos como ‘esos otros’ que tienen una identidad diferente”.

Maravillarse juntos

Los esfuerzos misionales nos ayudan a crecer, sea que sean oportunidades de proyectos específicos o un estilo de vida.

Gepford nos dice: “Despierte la curiosidad, en lugar de sólo decir ‘Jesús hizo esto, así que nosotros lo hacemos también’. Pregúntese: ‘Me pregunto por qué hizo esto Jesús. Me pregunto por qué es todavía importante que lo hagamos hoy. ¿Qué descubrimos cuando servíamos juntos? ¿Qué preguntas tenemos?’ La experiencia misma es formativa. Es vital ayudar a los niños a que hagan conexiones de fe por medio de estas preguntas”.

Laura Buchanan trabaja para UMC.org  en Comunicaciones Metodistas Unidas, Nashville, Tennessee. Contáctese por email.

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